Oimbra ( Ourense)
En la villa de Oimbra, en el partido de Verín y cerca de Portugal, hay funciones de Semana Santa de gran interés.
El Miércoles Santo, para hacer el monumento, se divide la gente en dos bandos y forman un tercero con los del Rosal (anexo de la parroquia). Lo hacen con una grade que hay ya dispuesta para eso en la iglesia, con columnas blancas y en el centro una de color, casi siempre roja. Esta grade la suben con cuatro roldanas y de los lados cuelga al suelo. Debajo de esto, y coincidiendo con la mesa del altar, forman una escalera también de sábanas blancas y ponen por él dos filas de santos y en el primer pendallo un crucifijo para la adoración de la cruz.
El Joves Santo a la mañana hay los oficios y luego la procesión por dentro de la iglesia, y cuando la procesión llega por frente a la puerta principal, en el rato de llegar la ella el Santísimo, se abre la puerta con estruendo y entran unos guardas que le dan escolta mientras dura la procesión.
Los guardas van vestidos con un paño y mantón de crespón, mejor se fuera de los de Manila, echado con una punta encima de la cabeza, de suerte que la cara vaya tapada con el freco para que no lo conozcan, y sujeto con un sombrero adornado con flores de papel y rodeado de una gran cinta de seda de los colores más vistosos. Llevan lanzas de asta cubierta de cintas de seda presas en los cabos y atadas de manera que no quede fuera más que el hierro de la lanza, y sables desenvainados en la mano.
Desde que se fijo lo encierro, los guardas quedan en dos filas custodiando el monumento, y seguen allí firmes toda la tarde, sin moverse ni pestenear y con el deber de rezar cuarenta credos, mientras la gente hace las cruces en la iglesia. Fican en su puesto mientras se reza el oficio de Tinieblas; y no permiten que nadie se acerque al monumento excepto los penitentes y los que han llevar la cruz. Cuando se apaga la última vela, los guardas golpean con los cuencos de las lanzas en el enlousado. Las lanzas van rellas de hierro, de suerte que meten un estruendo infernal y sacan chispas en las piedras del enlousado, mientras la gente chilla. Vuelven las luces, y sale la procesión con los penitentes de la manera siguiente: van los penitentes en hilera y atrás de ellos tres hombres en una frente con la cruz, las escaleras y los fusiles, custodiados por los guardas.
Los penitentes llevan un paño color de rosa atado al cuello por dos puntas y por debajo del tercio superior del muslo, descalzos y con la cabeza cubierta con un sombrero ancho tapado con un paño de seda de manera que las puntas les tapen la cara pra no ser conocidos, y van de rodillas o la gatas toda la procesión.
Los que llevan la cruz visten unas enaguas de mujer atadas a la cintura con un sedeño que les da diez o doce vueltas y el resto del cuerpo y descalzos y en la frente una corona de espinas y un trapo tapando la cara. Uno lleva la cruz en la que han poner para lo otro día al Nazareno, otro las escaleras del Desenclavo y el tercero representa el Bueno Ladrón. Los fusiles son dos escopetas atadas una la otra por los caños y postas en el lomo desnudo del hombre, que lleva los brazos atados a las culatas.
La función del día remata cuando la procesión de los penitentes se recoge en la iglesia.
O Venres Santo, los guardas van de luto, con sombrero y paño de merino negro, y lanza con cintas negras. Asisten la media misa y, al alzar, se ponen rodilla en tierra y tiran con el sable, quedando de este modo hasta consumir, y entonces fuxen de la iglesia.
A las nueve de la mañana es el Encuentro. Delante de la rectoral ponen un púlpito. Sale el Ecce Homo en unas andas y un xudéo con una gran moca en la mano. Llevan las andas cuatro jóvenes con puchos de feitura cónica y cigarros puros. Detrás van tres chavalas jóvenes vestidas con trajes de mahón, que van llorando (las tres hijas de Sión), y delante y por otros sitios ocultos, dos hombres con los mismos vestidos de las hijas de Sión, tapadas la cabeza y la cara con gorros cónicos, un tocando una bocina (que es el tubo de una máquina de llenar chorizos) y otro un tambor. Los guardas protegen a los de la procesión y mantienen la orden.
Lo demás es como en otros lados. Las imágenes son a ciencia cierta valor y tienen cabeza y brazos articulados con los que fan varios movimientos que conmueven a la gente que en cuanto ve mover a San Juán o abrir los brazos a la Virgen, llora con gran desconsuelo.
A La tarde, fan el Desenclavo en la iglesia y los guardas van en la procesión del Santo Entierro junto a la urna que se deposita en la capilla del Pilar, que está apartada de la iglesia. Los guardas y los penitentes que son ofrecidos van purgar sus pecados.
Carteles Semana Santa
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