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EL PADRE FRAY MIGUEL QUECEDO

Autor: 
Juan Gabriel Pérez Martín.

“Es por lo tanto, el fundador de la primera (Cofradía) de todas ellas, y el verdadero promotor e impulsor de la Semana Santa lucense, por lo que esta Ciudad le deberá siempre un voto de Gracias” . (Extracto de la semblanza aparecida en el programa de mano de la Semana Santa de 1997).

Se ha cumplido en fecha reciente el cuadragésimo aniversario del fallecimiento del R. P. Fray Miguel Quecedo Ortega O.F.M., creador de la moderna Semana Santa de la ciudad de Lugo y fundador de las primeras Cofradías Penitenciales existentes en toda su historia. Sacerdote Franciscano, misionero, erudito, escritor, políglota y explorador, su vida está plagada de cientos de episodios y anécdotas que necesitarían toda una obra independiente para poder detallarse. No obstante, y mientras ningún otro autor se anime, aquí va un pequeño resumen de la misma con alguno de sus muchos logros y merecimientos.

El Padre Quecedo, como era conocido popularmente en nuestra capital, nace el día 21 de septiembre de 1896 en Gumiel del Mercado, partido judicial de Aranda de Duero, provincia de Burgos y diócesis de Osma. En su juventud estudia cuatro años como externo en el cercano convento franciscano de La Aguilera, y en agosto de 1912 marcha a Santiago de Compostela, donde toma el hábito de la Orden Franciscana el día 7 de septiembre de ese mismo año. Profesa simplemente el día 8 de septiembre de 1913 y solemnemente el día 19 del mismo mes del año 1916. Todo ello, juntamente con sus estudios teológicos, lo realiza en Santiago de Compostela, ciudad donde también se ordena sacerdote el día 28 de febrero de 1920. De esos momentos, los principales en la vida de un consagrado, nació su vinculación y afecto por nuestra región gallega, afecto que perdurará hasta el mismo momento de su muerte.

En noviembre de ese mismo año se traslada a Tánger, destinado a las Misiones Franciscanas de Marruecos. En el Protectorado español estudia lenguas, impartiendo esta materia como profesor a lo largo de cuatro años en las Escuelas de Alfonso XIII. Con posterioridad, es enviado a las poblaciones de Arcila, Larache, Alcazarquivir, Río Martín y Villa Sanjurjo. Durante 1926 ejerce de cuasipárroco en Alcazarquivir, pueblo que tiene que abandonar a causa de problemas con la masonería y en el que realiza una gran labor misional. El día 8 de agosto de 1927 llega a la naciente Villa Sanjurjo después de algunos meses de estancia en Río Martín, permaneciendo en dicha localidad durante los tres años que dura la construcción de la iglesia y el convento franciscano. La fundación de esta misión se relata en el más importante de todos sus libros, “Valores integrales del Rif Central”, obra de gran interés histórico escrita alrededor del año 1930, que constituye el primer trabajo de cierta entidad realizado por un estudioso occidental acerca del Rif, la cultura marroquí y los ideales cristianos que inspiraron el ejercicio del Protectorado de España en Marruecos. Experto en la cultura marroquí, recorre como misionero y explorador, vistiendo siempre el hábito talar, todas las peligrosas Kábilas del Rif Central de Marruecos en las difíciles condiciones del momento, de modo que puso en peligro varias veces su vida a causa de su incansable y heroica labor evangelizadora entre los hostiles rifeños. En el Museo del convento de San Francisco de Santiago de Compostela, como prueba de sus logros, se guarda un bastón que le fue regalado por los notables musulmanes de la Kábila de Tagsut en reconocimiento de sus desvelos caritativos entre la población autóctona. Deja la España africana en agosto de 1930 y en Madrid, el M. R. P. Rubio, Vicario General de la Orden Franciscana en España, le da la obediencia para Tierra Santa, saliendo hacia aquellas misiones en octubre de ese año.

Su estancia en Palestina dura seis años, y durante la misma dirige la revista “Tierra Santa”, estando casi siempre destinado en el convento franciscano de San Salvador de Jerusalén como ayudante del P. Procurador y haciendo de guía de peregrinos, regresando definitivamente a finales de 1936.

La contienda civil motiva que tenga que entrar en España desde Portugal por la villa pontevedresa de Tuy a comienzos del mes de diciembre de 1936. Al llegar al convento franciscano de Santiago de Compostela, es destinado al convento de Louro (en Muros, provincia de La Coruña), y en el mes de agosto de 1938 será enviado por primera vez al convento de Lugo. La idea de restablecer antiguos actos tradicionales y procesiones suspendidas en tiempos pasados en nuestra ciudad, junto con inéditos e innovadores propósitos nunca vistos en esta parte de la geografía nacional, como la creación de hermandades o cofradías de penitentes, empieza a gestarse en su mente por aquel entonces, una vez conseguida de las nuevas autoridades franquistas la derogación oficial de la prohibición de celebración de las Procesiones de Semana Santa impuesta por la izquierda en los años que gobernó durante la Segunda República Española.

En el Capítulo Provincial celebrado en 1941 es elegido Guardián del convento franciscano de Lugo, y ese mismo año ocupa el cargo de Director Espiritual de la Venerable Orden Tercera (VOT) de la ciudad del Sacramento, funciones que le permiten empezar a poner en práctica sus nuevos proyectos para la Semana de Pasión. Comienza así la gran labor de engrandecimiento de la Semana Santa lucense, fundando para ello en 1942 la Hermandad del Santo Entierro que, posteriormente, se convertirá en la primera de las cofradías que desfilarán ininterrumpidamente hasta nuestros días por las calles de la ciudad: la Cofradía del Desenclavo del Señor y de los Mayores Dolores de María Santísima, decana de las Cofradías Penitenciales de la Semana Grande de Lugo, y ocupando el cargo de Consiliario en su primera Junta Directiva. La Procesión del Santo Entierro celebrada el día de Viernes Santo 3 de abril de 1942, organizada por la VOT que dirige el Padre Quecedo y única procesión existente en ese tiempo, puede considerarse sin lugar a dudas como el momento del nacimiento de la moderna Semana Santa de la ciudad de Lugo, al incorporar los primeros doce penitentes con capuz portando a hombros los pasos del Cristo Yacente y de la Virgen de la Soledad, siendo la mayoría de ellos oficiales del Regimiento de Caballería nº 13 de Cazadores de Talavera con sede en nuestra capital. Durante el resto de los años cuarenta, se encarga de lograr que todos los trámites canónicos exigidos para la aprobación de la Cofradía del Desenclavo se realicen sin demora, consiguiendo además los cimientos materiales del proyecto: más de cien hábitos, varas y hachones, la primera carroza con ruedas y especialmente, el espectacular Paso del Desenclavo del Señor, mérito importantísimo a tenor de las difíciles condiciones económicas de la posguerra española. Paralelamente a estos esfuerzos, echaba sobre sus espaldas la siempre de por sí complicada tarea de acometer el impulso fundacional de creación de las dos siguientes cofradías aparecidas a finales de la década: la Cofradía del Buen Jesús y la Cofradía del Santo Cristo del Perdón.

El Capítulo Provincial de 1944 lo nombra Definidor Provincial de la Orden y en el año 1946, debido al fallecimiento del P. Guardián, se hace cargo por segunda vez de la Guardianía de Lugo, permaneciendo en ese puesto hasta el Capítulo Provincial de 1947 que lo reelige Definidor Provincial y Comisario Provincial de la Orden Tercera de San Francisco. A partir de septiembre de 1949, su estancia en Lugo se ve interrumpida hasta septiembre de 1950, año que pasa en Zamora fundando una residencia franciscana. Desde esa fecha regresa a nuestra ciudad, marchando nuevamente a Zamora como Presidente de aquella residencia en febrero de 1954. En septiembre de 1956 es nombrado por tercera vez Guardián del convento de Lugo. El M. R. P. General de la Orden Franciscana lo nombra en enero de 1958 Visitador General de la Provincia Franciscana de San Gregorio de Filipinas, y el Capítulo de 1959, Custodio de la Provincia Seráfica con residencia en Lugo. En enero de 1961 es nombrado nuevamente Visitador General, pero esta vez de la Provincia Franciscana de Cantabria. El Capítulo Provincial celebrado en Santiago de Compostela en septiembre de 1962 lo reelige Definidor Provincial, continuando en la ciudad de Lugo desde entonces y hasta pocos meses antes de su muerte, acaecida en Santiago de Compostela el día 4 de diciembre de 1967.

Colaborador de numerosos periódicos y revistas prestigiosas, la lista e importancia de sus artículos es considerable para la época, siendo igualmente destacables el resto de sus libros o folletos, alguno de cuyos manuscritos originales se conservan en el Archivo Provincial de la Orden Franciscana de Santiago de Compostela.